Los mexicanos somos una especie de conejillos de Indias para el resto del planeta. Todos los defectos de la humanidad, las enfermedades y los vicios se engendran aquí, y pasan a ser un ejemplo para los otros países de todo lo que no se debe hacer. Es el caso de la famosa maternidad subrogada.
El llamado “vientre de alquiler”, es una manera en que personas que no pueden tener hijos de manera natural, rentan o utilizan el útero de otra mujer, bajo su supuesto consentimiento, para engendrar un hijo, que después criarán como suyo, sin la injerencia de la madre biológica.
En muchos países, sobre todo en el continente europeo, el asunto está bastante hablado y legislado, y hay mujeres que viven un poco de eso, cobran por utilizar sus vientres y están acostumbradas a dejar ir el producto, como si de una mercancía se tratase.
En México existe, como en casi todas las áreas polémicas, un vacío legal en relación a este tema, ausencia de reglas que permitan hacer de la práctica un asunto humanitario (si es que pudiera o no serlo), y no un mercado de seres vivos.
Algunos estados del país, simplemente prohíben la maternidad subrogada, mientras otros la permiten bajo ciertas condiciones, como el hecho de entregar el producto exclusivamente a parejas heterosexuales. Sin embargo, en zonas donde no hay ningún pronunciamiento legal al respecto, este asunto se está volviendo una forma de explotación, mercado negro de bebés y mujeres en edad reproductiva.
Legisladores preocupados por el tema de la trata de personas, han intentado poner la atención mediática sobre el creciente mercado de vientres en renta, asunto sin control en México y que está atrayendo a personas de todo el mundo, que vienen en busca de un bebé. Si bien no hay una cifra oficial, se sabe que hay una especie de turismo extranjero que viene al país por ese motivo, y va en aumento.
Es irónico cómo hay países donde las personas están dejando de parir, aún cuando tienen altos niveles de vida, mientras en México hay niños para aventar al cielo, por montones, creciendo como lechugas en el pasto, tantos que los vendemos, los regalamos y los desaparecemos. Mientras tanto, las mujeres mexicanas, acostumbradas a parir en las peores condiciones, observan en la maternidad rentada una solución temporal a sus carencias económicas.
En este país la trata de personas, en cualquiera de sus variantes, es un tema muy hablado, pero que poco le importa al gobierno. Las mujeres de las clases populares son obligadas a ejercer la prostitución, y ahora la moda de la maternidad subrogada, en beneficio de familias machistas e ignorantes.
Como siempre, las mujeres pobres son las que la pasan peor; si no son sirvientas son esclavas, objetos sexuales, vientres, mulas de droga y todo a lo que se le puedan sacar dos pesos.
La maternidad subrogada es una característica del siglo XX, una era donde unos paren mucho y otros no quieren parir, pero al final, todo se resume en un acuerdo comercial de dos partes, que tienen en común la mercancía.