Parece una broma, pero existen personas que no pueden ver sangre sin tener un ataque de pánico y desvanecerse.
La fobia a la sangre, es también conocida como hematofobia. Existe un estudio de Popular Science France, que explica que, al ver a la sangre caer goteando, las individuos experimentan una disminución en su frecuencia cardíaca y presión arterial.
Los síntomas de esta fobia son patrones de activación y desactivación, que se presentan en dos fases:
Primera fase:
La exposición a la sangre produce en la persona un nivel elevado de activación, con aumento de la frecuencia cardíaca, tensión muscular, y aumento de la presión sanguínea.
Segunda fase:
Se produce un rápido y acusado descenso de la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea y la tensión muscular, acompañado de vómitos y mareos, que pueden llegar en última instancia al desmayo.
Los factores que producen el miedo a la sangre no se conocen con exactitud, aunque se dice que una de las causas parece apuntar a un origen genético.
Para superar esta fobia, algunos expertos aconsejan seguir una terapia de exposición, que consiste en colocar ¡una aguja cerca de la vena! y retirarla cuando baja el ritmo cardíaco. Con la repetición del proceso, se acaba normalizando la reacción.
Se estima que entre un 3 y un 4% de la población padece de esta fobia.
¿Y a ti, te da miedo la sangre?
Fuente: Infobae