Hikikomori: cuando el mundo se vuelve aburrido

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Han pasado entre seis meses y tres años aislados en sus cuartos, y con el menor contacto social posible, adictos a los videojuegos, las series de televisión o los libros y con un interés nulo por interactuar físicamente con el género humano.

El término “hikikomori” ha sido acuñado en Japón, y describe a este tipo de personas, aunque se trata de un fenómeno que se está dando cada vez más, en países desarrollados.

Ni en Japón ni en ningún lado, hace unos 50 o 60 años este fenómeno habría sido posible, porque el mundo era un lugar mucho más complicado que ahora. Los jóvenes de entonces ni siquiera pensaban en la posibilidad de quedarse sentados en casa a hacer nada; estaba quedando atrás una época de guerras y holocaustos humanos, tenían que salir a reconstruir el mundo y buscarse la vida, estudiar lo que pudieran y trabajar para sobrevivir.

Pero el siglo XXI ha tenido un desarrollo mucho más estable, al menos más cómodo para las generaciones de jóvenes que hoy pululan entre los 15 y los 25 años. A ellos no les ha tocado vivir guerras mundiales o grandes procesos que comprometan la existencia de la humanidad, y todo ha sido mucho más fácil.

Quizá la respuesta a esa comodidad es un enorme aburrimiento, aunado a la facilidad con la que Internet provee todo y provoca falta de interés, ausencia del factor sorpresa en todas las cosas.

En un mundo donde parece que no hay nada por esperar, la humanidad se vuelve un asunto decepcionante y aburrido.

A lo anterior, también hay que sumarle la abrumadora competencia en el campo profesional. Los jóvenes de países desarrollados enfrentan problemas para integrarse a los empleos, hay una saturación en los puestos de trabajo, y requieren demasiadas habilidades para eso; además de ser aburrido, el mundo es frustrante porque no integra, clasifica y desecha.

Mirar la vida desde una pantalla de computadora es para deprimir a cualquiera, tanto como observar vídeos del mar, sabiendo que nunca estarás en él o repasar series donde los protagonistas encuentran el amor, mientras tu único compañero es la pared que tienes enfrente.

Los hikikomori están principalmente en Asia y Europa, continentes donde la mayoría de la población vive una situación económica cómoda, la pobreza es mínima y en especial los jóvenes han vivido siempre con las necesidades mucho más que cubiertas.

Algo debe estar sucediendo en un mundo que, con tantas comodidades, es capaz de decepcionar a los más jóvenes, obligándolos a abandonar el mundo de manera simbólica y recluirse tras una puerta.

¿Qué tan vacía debe ser la vida en la actualidad como para que más de un millón de seres humanos decidan que es mejor pasársela encerrados, mirando el tiempo pasar a través de sus pantallas?

@lagotaderramada

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