Es probable que el hombre posmoderno sea el más inseguro que haya habido en toda la historia de la humanidad. Tiene dudas sobre sí mismo, sus parejas, su sexualidad, su existencia, y hasta sobre su futuro a 50 o 100 años.

¿Qué habría pasado con la humanidad si el hombre primitivo, cruzando el Estrecho de Bering, se hubiera encontrado con una crisis existencial o la ausencia de su amor verdadero? A lo mejor se hubiera regresado y hoy seríamos otros.

Algo está pasando con los hombres del siglo XXI, tan llenos de información y de herramientas, también están llenos de dudas, se pregunta constantemente sobre sí mismos y buscan llenar sus vacíos interiores con entretenimiento exterior.

Una investigación revela que quienes acuden con los psíquicos, místicos y adivinadores, sean éstos charlatanes o no, suelen hacer más o menos las mismas preguntas relacionadas con el amor verdadero, la infidelidad y el dinero.

¿Será que estamos aburridos de tener un mundo donde todo está resuelto y ahora, por fin luego de cientos de años, tenemos tiempo de sentarnos a cuestionar sobre cosas más profundas?

También es verdad que la psique social últimamente está muy alimentada por la fantasía del cine y la televisión. Brujos, magos, fantasmas, superhéroes y hasta monjas malditas, son parte del imaginario colectivo de los hombres posmodernos, con todas las consecuencias que eso tiene para un cerebro que no distingue lo real de la ficción.

En esta época tenemos demasiado tiempo de ocio y muchos elementos que lo alimentan, el tiempo libre quizá se está convirtiendo en un arma de doble filo, para que nos volvamos locos con preguntas que no podemos responder, cuestionamientos que no tienen salida, pero están ahí.

@LAGOTADERRAMADA