Un mundo intersexual

El siglo XXI es la era de la diversidad sexual. En esta época se está haciendo cada vez más fácil abandonar los géneros binarios y las preferencias sexuales preestablecidas, y se vuelve más común el poder elegir, en términos de la respuesta biológica o los intereses personales, qué quiere ser y hacer cada uno.

La intersexualidad es entendida como el tercer género, una situación en la que por causas físicas u hormonales, la persona en cuestión no es capaz de definir si es hombre o mujer, o al menos no de primera mano, como sucede usualmente.

Más del 1% de las personas en el mundo nacen bajo estas condiciones y hasta hace no tanto tiempo no tenían leyes que las reconocieran. Sin embargo, hoy día más de diez países ya reconocen la intersexualidad como un género igual al masculino y al femenino.

Inclusive hay naciones donde es cada vez más común que, por voluntad de los padres, no se defina el género de los bebés cuando nacen, dejándoles la opción de elegir lo que quieren ser cuando crezcan.

Para quienes ya son adultos es difícil comprender la apertura hacia el tercer género y todo lo que esto implica, como la instalación de infraestructura pública destinada a estas necesidades. Aunque para los más jóvenes es lo más normal vivir en un mundo abierto a la diversidad sexual, e incluso suena natural poder elegir lo que se quiere en esos términos.

Si bien el asunto habla de variaciones genéticas, la verdad es que los casos no son nada novedosos, aunque también es cierto que antes no era reconocido y quienes lo padecían vivían ignorancia, discriminación y al final aislamiento, por no poder encajar en la sociedad.

La apertura hacia la diversidad ha permitido que cada vez más personas puedan vivir una sexualidad más abierta y honesta, congruente con sus intereses, pero menos enfocada en los cánones establecidos que no respetan la individualidad, y pretenden estandarizar la manera de ser y relacionarse.

@LAGOTADERRAMADA

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