Vivimos en un mundo cada vez más solitario y mucho más egoísta, donde se impone el materialismo por encima de los sentimientos humanos, y la crueldad se ha vuelto un lenguaje común, que se acompaña a la vez de enormes dosis de violencia.
El término sororidad, acuñado hace pocos años por la famosa feminista Marcela Lagarde, refiere a un nuevo sentido de solidaridad que miles de mujeres están promoviendo, a lo largo y ancho de todo el planeta.
La sororidad es un sentimiento de hermandad humana, una razón sencilla para darse la mano entre mujeres, y luchar por causas que son justas, indispensables para llevar a este mundo hacia otro nivel.
Pese a estar en pleno siglo XXI, la humanidad todavía es bastante machista, está aletargada por reglas de género, que pretenden bloquear el derecho de las mujeres a ser, crecer y desarrollarse como seres libres e independientes. En ese mismo sentido, la sororidad surge como un paliativo, una especie de cura obligatoria, a través de la cual las mujeres se están liberando y enseñando al género opuesto, que ellas pueden ser mucho más humanas y solidarias que ellos.
Un mundo netamente sororario sería aquel que tuviera como bandera la tolerancia, el respeto y la comprensión, sin importar las diferencias sociales, económicas, culturales, de género, políticas o de religión.
Por desgracia, el término ni siquiera está acuñado en el diccionario y en muchos sectores es, más que una realidad, una simple utopía del feminismo, para negar el hecho de que, como humanidad, no hemos avanzado a lo largo de varios siglos.
Sobre todo en países donde las condiciones para las mujeres son más difíciles, como Irán, India o incluso México, la sororidad sí está abriendo un horizonte nuevo, una esperanza para que las cosas cambien, y ellas puedan vivir mejor, por su propia voluntad e iniciativa.
Marcela Lagarde no se equivocó al traer a colación ese término, justo en el auge de la posmodernidad, cuando las cosas nos muestran que hay que hacer un alto y replantear cómo estamos estableciendo las relaciones humanas.
Finalmente, la sororidad es la nueva revolución, el levantamiento femenino posmoderno, que aporta una lección de humildad a una sociedad que se cree avanzada, pero está más atrasada que nunca.