Sabemos que los millennials, son la generación de personas que nacieron entre 1982 y el 2004, y el término ha sido utilizado para definir a un grupo de personas que coinciden con la juventud activa del momento. Se dice que son los que más facilidad ha tenido durante su infancia y la adolescencia, debido al avance de la tecnología, además, es la generación que se enfrentará a las peores consecuencias del cambio climático.
Esta generación ha crecido, definida por la palabra “Internet”, y eso ha tenido consecuencia en la forma de desarrollarse como seres sociales. Porque a pesar de que internet nos ha regalado una serie de avances, descubrimientos y facilidades con los que jamás habríamos soñado, la parte más oscura es cada vez más visible.
Los millennials, al mismo tiempo han sido calificados como: narcisistas, egocéntricos, impacientes, inseguros y emprendedores.
Internet los ha hecho adictos a la información, les ha otorgado un trabajo y ¿por qué no? hasta pareja. Y todos, ya sea en mayor o menor grado, han creado algún tipo de adicción; en pocas palabras, la tecnología y el internet podrían ser las palabras que mejor describen a los millennials; mismos que podrían dejar el alcohol, las drogas, el tabaco, las relaciones tóxicas, pero jamás podrían dejar a un lado su smartphone.
Si bien es cierto que todos somos conscientes de la distorsión que sufren, no solo sus fotos, sino también situaciones, momentos y acciones en general, una vez introduciendo esas historias o fotos a las redes sociales, los millennials buscan tener más amigos o seguidores, likes e interacciones, sin importar si son con sus amigos o con completos desconocidos.
Esa adicción a las redes sociales, la inmediatez y el reconocimiento, tiene una serie de consecuencias en el comportamiento y la vida en general de los jóvenes. Esta necesidad de estar siempre conectados, ha derivado en la ansiedad que sufren cuando tienen el móvil o el internet fuera del alcance.
Hay un término para definir este fenómeno: FOMO (Fear Of Missing Out, que en español se traduce como «el temor a perderse algo»). Se trata de un miedo persistente a sentirse fuera de un núcleo social, y la necesidad constante de estar conectado a las redes para no perderse ningún evento o hechos de la vida; lo que deriva en estrés, ansiedad y hasta depresión.
Aunque pueda sonar exagerado, cada vez son más las personas que llegan al límite y renuncian al ritmo frenético de vida e irrealidad al que se someten, por culpa de las redes sociales.
FUENTE: Harpers Bazaar