En el siglo XXI la mayoría de las personas están decidiendo no tener hijos, ya sea porque no les interesa, porque no creen tener los recursos suficientes, o porque están dedicando su vida a otros fines. El caso es que mientras más desarrollado el país, menos descendencia están teniendo las personas, y en cambio, están adoptando toda clase de mascotas, animales afortunados que poseen lujos y amenidades, porque sus «padres» viven para ellos, en lugar de perder tiempo y dinero criando bebés humanos.
Atrás quedaron los partos complicados, los famosos baby shower y hasta los triciclos, lo de hoy es buscar una carreola para el perro, clases de etiqueta para el gato y una especie de niñera que los entretenga, mientras sus ocupados padres salen a trabajar.
Todo suena lindo y enternecedor, hasta que nos preguntamos: ¿por qué hemos dejado de creer tan duramente en los hombres? En pleno siglo XXI, con tanta tecnología, parecemos sentirnos los menos capaces para engendrar vida.
¿Por qué estaremos tan desesperanzados en la humanidad, que hemos elegido cambiar a los niños por mascotas?, ¿será porque es más fácil criar animales en un mundo lleno de sexo, drogas y violencia? Cada vez hay menos valientes que se atreven a intentar formar nuevos seres humanos, en un mundo tan complicado como este.
Está bien, el mundo está sobrepoblado y el hecho de darle un lugar especial a los animales quizá habla de la calidad de las personas, sin embargo, podría ser preocupante que a la larga realmente empecemos a preferir criar a otras especies, por encima del género humano. Hay que aceptarlo, por más cariño que le des al perro él no va a ir a trabajar, no se convertirá en doctor y nunca conducirá un autobús, para todo eso necesitamos seres humanos.