El mundo posmoderno es el de la era del consumismo, las necesidades creadas, no para satisfacernos, sino para que compremos más y más toneladas de porquería, que se acumula por montones en los bosques, las selvas, los océanos y cada pequeño rincón de este planeta.
La Universidad Estatal de Nueva York dio a conocer un estudio en el que revela que el 93% del agua embotellada que se vende en el planeta, puede estar contaminada con partículas de plástico milimétricas que, si bien no son perceptibles al beber, sí van directamente al organismo humano.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), ya hace sus propias investigaciones para saber si estas partículas podrían liberar toxinas al cuerpo humano y qué implicaciones tendría eso. Por lo pronto se sabe que cada litro de agua embotellada contiene al menos 10 nanopartículas de estos agentes.
De las más costosas a las más baratas, de Asia a América pasando por Europa. Se analizaron cerca de 250 marcas de agua, que se venden en todo el planeta, y el resultado fue que estamos bebiendo agentes que podrían resultar nocivos a la salud.
Claro, no es la primera vez que el agua embotellada queda mal con los consumidores. Ya es bien conocido que la mayoría de las botellas plásticas se vuelven cancerígenas, al contacto con los rayos del sol, liberando químicos en el agua, que luego ingerimos.
Aunado a los peligros que implica el agua embotellada, el consumo de plástico está rebasando la capacidad de los gobiernos para limpiar y reciclar. Ahora sabemos que hay un país de PET flotando en el mar, lo que ha resultado en que, incluso, se estén encontrando animales marinos con restos de bolsas, botellas, popotes y latas en sus estómagos.
Dejar de beber agua embotellada es una necesidad apremiante, los daños a la salud y al planeta ya nos están alcanzando, son evidentes y requieren de soluciones inmediatas.
Usar filtros para beber agua corriente, adquirir botellas reutilizables y consumir con más conciencia, son algunos de los cambios que cada consumidor puede hacer, de manera que se obligue a la industria a cambiar sus métodos, por alternativas mucho más amigables y saludables.