Pese a los enormes avances de la ciencia, la tecnología y la comunicación, vivimos una era de la humanidad en la que parece que los hombres están involucionando, su trato y la manera en que llevan sus relaciones, hacen pensar que son cada vez menos capaces de convivir en sociedad, se van volviendo criaturas salvajes que se comunican a través de sus instintos más básicos.
Al parecer, la intensa conectividad en la que estamos inmersos nos ha alejado, más allá de acercarnos, y las personas tienden a ser mucho más solitarias y egoístas que cuando no había Internet, redes sociales o teléfonos celulares.
Al menos en los últimos 500 años, los seres humanos no han dado muestra alguna de evolución, por el contrario en todos los polos del mundo se han dedicado a orquestar guerras, genocidios, holocaustos, invasiones y la desaparición de pueblos enteros, inspirados en la ambición y el odio irracional entre razas.
Ya no sólo hablamos de la conquista de territorios, ahora la sangre de personas inocentes corre, para acabar con un vacío humano que no es posible llenar materialmente, es un vacío existencial y de sentidos.
La guerra es un asunto que existe desde la era del hombre primitivo y aunque parece una necesidad natural, no tiene mucho sentido que en más de dos mil años de existencia no hayamos aprendido a comunicarnos de una manera menos violenta.
Incluso, estando en pleno siglo XXI, parece ser que la guerra ha evolucionado hacia niveles de horror y crueldad que antes no se conocían. Luchas por el hambre, por la falta de agua, o incluso por la búsqueda de territorios, que son ricos en petróleo o minerales y significan montañas de dinero para unos cuantos.
No hay dinero que alcance cuando se trata de satisfacer la ambición desmedida de los hombres posmodernos, menos en una era donde lo material se ha vuelto tan importante, y es pretexto para las peores crueldades humanas.
Aunque pocos lo saben, el desarrollo de la tecnología, el uso de celulares y computadoras ha desatado un nuevo conflicto a nivel mundial. Las grandes compañías que desarrollan esos aparatos, están invadiendo los territorios donde se genera el material necesario para construirlos, lugares donde ya antes la pobreza reinaba, y cuya población ahora está siendo más explotada que nunca.
Y así, sin darnos cuenta, el avance de la humanidad nos lleva hacia atrás, somos cada vez menos capaces de entendernos de maneras civilizadas, y nos dominan los deseos primarios, la necesidad de tener sólo porque sí, dominar y ser dueños de ideas al aire.