En el año 2015, un nuevo brote de sarampión atacó al estado de California, lo alarmante de la situación es que la enfermedad ya había sido erradicada desde el año 2000.
Fue en Disneylandia donde surgió de nuevo todo esto, ya que fue un hombre quien contagió a unos cuantos niños y, como medida de seguridad, el parque de diversiones mandó un comunicado donde declaraba que sólo los niños que tuvieran la vacuna contra el sarampión, podrían ingresar a las instalaciones.
Podrá sonar un tanto raro e incluso, cómo algunos padres pueden ser tan malos que no hayan vacunado a sus hijos contra el sarampión, pero en la actualidad ya no es descomunal. Muchos padres (mejor conocidos como los “anti-vacunas”), optan por no vacunar a sus hijos, aferrándose a la idea de que “no son obligatorias”.
De lo que los padres no se percatan es que, sin éstas, las enfermedades regresan y los niños se exponen a riesgos innecesarios, y todo esto se deriva de lo que se podría definir como una historia llena de miedo e irracionalidad.
Este movimiento anti-vacunas surgió desde que el Dr. Andrew Wakefield, publicará en la revista “The Lancet”, un artículo donde explicaba cómo 12 niños con trastorno autista lo sufrían como consecuencia de la vacuna Triple Vírica del sarampión, rubéola y parotiditis.
A raíz de este artículo, los padres comenzaron a dudar de la eficacia de las vacunas y varios padres con hijos autistas, comenzaron a indagar si ésto se debía a la vacuna.
Posteriormente, Brian Deer, se dedicó a analizar el estudio y los doce casos, demostrando que todo era una farsa de Wakefield, lo que provocó que su licencia fuera revocada.
El problema fue que transcurrieron muchos años, desde que se publicó el artículo, hasta que se demostró que todo era una mentira. Para ese entonces, los padres de familia ya no confiaban en los beneficios de las vacunas, ellos seguían argumentando que la información y los estudios que demostraban que la investigación de Wakefield era falsa, no tenían validez alguna.
Grandes países saben que uno de los beneficios de las vacunas, es que se puede llegar a evitar la muerte. Por eso mismo, Italia ha hecho obligatoria la aplicación de vacunas en todo el país, y Alemania puso en marcha un sistema de información, por el que las escuelas tienen que comunicar a servicios sociales, a aquellos niños que no han sido vacunados.
Lo cierto es que la desconfianza es aceptada; podría ser un truco de las farmacéuticas para crear una necesidad y así vender sus vacunas; pero sin duda alguna, existen motivos por los que creemos que las vacunas sí son indispensables en el sano desarrollo de un niño, ya que los virus no han sido erradicados en un 100%.
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