Tal parece que los seres humanos no pueden vivir nunca a medias tintas, van de un extremo a otro radicalizando sus posturas, sobre absolutamente todo.
Más de 600 millones de personas en el planeta padecen obesidad, un porcentaje alto de la población mundial, que está realmente enfermo y comienza a requerir infraestructura de salud y de espacios públicos.
En esta era donde la obesidad es una epidemia, ha surgido una horda de seres humanos que intentan rechazar ese estándar con auténtico odio; en la era de los gordos, crecen las filas de los llamados “gordofóbicos”, esos que discriminan, critican y acusan, como si las personas obesas no fueran seres humanos valiosos.
El modelo de belleza ideal en este siglo es el de la mujer hiperdelgada, y así se vende la ropa en las tiendas y se anuncia la publicidad, como si todos y todas tuviéramos que entrar en esas medidas.
Entonces, si no eres extremadamente delgado y no entras en la talla cero de tu marca favorita, entonces se te acusa de gordo, mal alimentado e infeliz consolidado.
La gordura no es saludable, pero tampoco lo es no tener ni un gramo de grasa en el cuerpo y vivir obsesionado con el tema.
El problema es que vivimos en una era tan superficial, que ha pasado a primer término el asunto del físico, dejando en segundo plano el interior de las personas, sus sentimientos y sus intelectos; no importa quién seas, qué pienses o lo que sientas, solamente importa cómo te veas y lo que opinen los demás.
En un mundo tan vacío, es inevitable que la gordofobia sea uno más de nuestros muchos males, igual que el racismo, la discriminación por género o preferencia, o la separación entre clases sociales.
En un mundo de obesos no queremos a los gordos, los discriminamos, hacemos bromas y los obligamos a aislarse, porque no encajan en nuestros espacios de gente delgada, ni pueden comprar ropa bonita en sus tallas.
Lo peor del caso es que los más jóvenes están creciendo entre la espada y la pared. Por un lado no se les enseña a cultivar la salud, ni a amar el deporte como una manera de mantenerse sanos, pero por otro se les indica que, si se pasan de kilos, tal vez terminen siendo personas tristes, infelices, solitarias y sin derecho al cariño de nadie.
Parece ser realmente estresante el tener que vivir en un mundo en el que nadie encaja, la mayoría viven intentando alcanzar estándares equivocados, ilusiones de un mundo de cuerpos perfectos y vacíos, ausentes de inteligencia y de amor.
La gordofobia promueve el odio, la discriminación y la ausencia de sentido, además del rechazo del propio cuerpo, al tratar de encajar en modelos de fantasía, que sólo son reales en los anuncios de televisión.