¿Qué tan difícil es para los adultos jóvenes (y no tan jóvenes) de hoy día, poner atención a una conversación, sin perder el hilo durante segundos para mirar el teléfono móvil?

La realidad es muy dura, la incorporación de la tecnología a nuestras vidas no nos ha hecho más útiles o inteligentes, por el contrario, en pleno siglo XXI, vivimos la idiotización de las masas por la constante conexión a Internet.

Y no, no es que Internet –al menos– se use en propósitos loables, como informar o educar; el 83% de los jóvenes que tiene acceso a Internet lo usa principalmente para estar en redes sociales, compartir fotos, música y otra información basura, que a nadie debería interesar.

Quizá cuando no había acceso a la web las personas se veían obligadas a pensar más, a convivir, a hablar, a utilizar sus recursos sociales y humanos para sobrevivir en la vida. Pero hoy, cuando todo está cerca y al alcance de un botón, los cerebros parecen estar apagadosm porque ya no necesitan encenderse más.

Lo peor del caso es quem generaciones enteras, las que están empezando a vivir, ya comienzan sus vidas con patrones basados en la tecnología, los móviles y la socialización a través de Internet.

¿Qué pasará con niños y jóvenesm una vez que la web sea desconectada para siempre? No es un presagio, pero sí una posibilidadm porque depende totalmente de las manos humanasm que a veces llegan a fallar.

Es evidente que la mayoría no llegarían ni a la tienda de la esquina, serían auténticos seres primitivos, sin posibilidad alguna de comunicarse o ejercer alguna habilidad intelectual, fuera de la pantalla de un teléfono.

La respuesta es sí, sí somos idiotas tecnológicos y estamos cada vez más perdidos en el mundo de Internet, poniendo incluso en riesgo nuestra propia existencia en el planeta, por olvidar como sobrevivir con nuestros propios recursos humanos.

@LAGOTADERRAMADA