Al menos en México, terminar la instrucción básica no es garantía de un mejor empleo, así como tampoco lo es concluir una carrera o acceder a un posgrado. Las deficiencias económicas de un país como este, no permiten que la educación escolar sea sinónimo de progreso, sin embargo, hay que admitir que sí hace una diferencia en la vida de la población.
Los países menos favorecidos del mundo, aquellos donde los niveles de desarrollo son bajos y difícilmente se alcanza una calidad de vida promedio, tienen en la educación la única herramienta con la que las personas pueden defenderse, dignificarse y hacer valer sus derechos.
En este punto hay que recordar que uno de los factores que inciden en la pobreza, es la ignorancia, de la cual se derivan males tan variados como la violencia, las adicciones, el crimen y el hambre, entre otros.
La educación siempre es importante, pero en un país desarrollado, con todas las facilidades y presupuestos, se da por hecho. En cambio, en lugares donde el dinero no alcanza y los protocolos para llevarla a todos los sectores no son suficientes, el acceso a la instrucción se convierte en un tesoro que salva un poco de todos los males existentes.
En lugares tan remotos como el continente africano, donde la pobreza mata, el acceso a la educación es un paso enorme hacia el progreso. Población vulnerable como las mujeres y los niños, que incluso son víctimas de una cultura muy cerrada, empiezan a salvarse un poco de aquel caos, gracias a que la educación les abre los ojos al mundo, les permite dilucidar otras realidades y formas de vivir, y sobre todo, los obliga a cuestionarse si podrían o no vivir de otra manera.
Muchos países en vías de desarrollo, como es el caso de Brasil o Chile, están apostando por la educación como una inversión a mediano y largo plazo. Eso significa que sus gobiernos ponen en la población la esperanza del progreso social y económico, viéndola como la fuerza principal que generará riqueza económica, bienestar y calidad de vida.
Mientras tanto, otras naciones con una visión más limitada, siguen poniendo sus recursos económicos en grandes trasnacionales a las que no les interesa la mano de obra calificada, sino tener una población con instrucción mínima que trabaje mucho y exija poco.
La educación tiende puentes, abre puertas, despeja caminos y permite a las personas avanzar por sí mismas, sin esperar a instituciones que les resuelvan la vida o les den de comer eternamente.