Después de siglos de lucha para que las mujeres alcanzaran la igualdad, al menos en el mundo occidental, en el siglo XXI ya podemos hablar de que la mayoría de ellas viven en condiciones equitativas respecto a los hombres. Aunque aún hay muchas cosas por mejorar, la competencia entre ambos sexos corre a ritmos similares.

Justo ahora observamos una transformación en la competencia de géneros, ellas han dejado de ser el sexo débil y lo que antes se consideraba una desventaja, hoy parece favorecerlas. Es como si la moneda se hubiera volteado, la misoginia fue tan aborrecida que se volvió misandria, es decir, ahora ellas los odian a ellos, los maltratan, los discriminan y los dejan fuera.

En un mundo en el que la tendencia es a separar, es natural que persista el odio entre géneros. Pese a vivir en un mundo moderno, lleno de tecnología y en el que todos tienen una opinión, los seres humanos siguen siendo incapaces de integrarse, no pueden observarse a sí mismos como parte de un todo, un universo único y privilegiado.

El machismo es la ideología que pone al hombre como el sexo superior, mientras el feminismo, que en sus inicios buscó reinvidicar a las mujeres y otorgarles condiciones de equidad, hoy se ha convertido en una auténtica lucha por tirarlos a ellos, quitarles el poder e incluso reducirlos, evidenciando sus carencias humanas.

Lejos de reconocer que todos, sin importar su género, son personas, el siglo XXI es la era de la real y verdadera guerra de sexos, una guerra sin cuartel, en la que gana el que logre ser más cruel y más inhumano con el enemigo.

¿Será que alguna vez dejaremos de buscar el triunfo sobre el otro género, para entender que la única que debe ganar es la humanidad por sí misma?

@LAGOTADERRAMADA