No hay niveles socioeconómicos, títulos profesionales o nobiliarios, tampoco razas, colores, orígenes, fronteras o banderas, esas son sólo cosas que nos inventamos. La ciencia, cada vez más interesada en el estudio del genoma humano, ha confirmado que el 99.9% de los genes de todos los hombres del mundo son exactamente iguales, y el resto son sólo variaciones circunstanciales por región.

A lo largo de la historia, el ser humano se ha empeñado en hacer diferencias, decir que unos u otros valen más o menos, por el lugar de donde vienen, lo que tienen o su color de piel, aunque la ciencia por fin ha comprobado que estaban equivocados.

Ni siquiera Hitler, con todas sus teorías sobre la supremacía aria, tenía razón. Los alemanes eran y son exactamente iguales a los judíos, a los musulmanes, a los negros de África, a los chinos y a los mexicanos, y no hay nada que pueda cambiar eso.

A la misma investigación se suma la famosa “Eva Mitocondrial”, una mujer negra de África, a la cual se le atribuye el origen de la raza humana y que vivió hace más de 200 mil años. De ahí a la fecha no ha habido cambios significativos en los genes.

Es así que, haciendo caso a la ciencia, Eva es la madre de los 7 mil 500 millones de seres humanos que hoy habitamos el planeta Tierra, y de los que vivieron antes que nosotros.

Aunque, claro, en pleno siglo XXI, ni siquiera la abundancia de información en la que estamos sumergidos ha podido quitarnos el velo de la ignorancia. El hombre de la actualidad es cada vez más separatista y discriminador, es egoísta y hace diferencias basado en mentiras, se cree un ser superior, gracias a que llegó a la posmodernidad, aunque no sabe que sin su madre “Eva Mitocondrial”, cuya apariencia era más la de un mono que de una mujer, como la podríamos definir hoy, no estaría en este mundo ahora.

@LAGOTADERRAMADA