La guerra siempre ha existido, pero en los últimos dos siglos ha sido especialmente cruel y mortífera con los más inocentes…
¿Por qué no hemos aprendido nada de ese oscuro pasado y hoy lo estamos repitiendo?
Recientemente el día 14 de Abril, el presidente de Estados Unidos: Donald Trump junto con el apoyo de Francia y del Reino Unido, lanzaron una acción militar en respuesta al “supuesto” uso de armas químicas en Douma, por el gobierno de Bashar al Asad.
Rusia había advertido de una guerra con Estados Unidos si los ataques ocurrían, y después del sábado, el presidente de esa nación, Vladimir Putin, describió los bombardeos como un acto de agresión y solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU.
Moscú respondió a través de su embajador en Washington, lo siguiente:
«Tales acciones no se quedarán sin consecuencias.»
«Toda la responsabilidad recae en Washington, Londres y París.”
Alí Jamenei, líder supremo de Irán, el otro aliado de Siria, tachó a los mandatarios de Estados Unidos, Reino Unido y Francia de «criminales”. El gobierno de Al Asad, niega haber usado armas químicas, y denunció que esto fue:
«Una flagrante violación del derecho internacional.»
Desde su inicio en 2011, la guerra en Siria ha ocasionado la muerte de más de ¡400,000 personas!, según la última estimación de la ONU en 2016. Y además ha provocado la huida de más de ¡cinco millones de personas!
Los países vecinos: Líbano, Jordania y Turquía, están enfrentando una crisis, tratando de albergar a una gran cantidad de refugiados.
Hoy, siete años después, gran parte del país está en ruinas y su población está profundamente traumatizada por la guerra.
Los expertos señalan una cosa que es cierta:
La reconstrucción de Siria, una vez que se logre poner fin al conflicto, será un proceso extremadamente largo y difícil…
La gota derramada 