Hoy, en pleno siglo XXI, hay tanto plástico en el planeta Tierra, que ya se está modificando la composición del agua y del suelo por sus componentes.
Los científicos han llegado a la conclusión de que vivimos la “Era de Plástico”, un momento que quedará grabado para la historia del planeta, por la enorme cantidad de ese material, que ahora abunda en territorio humano, habiendo incluso una mancha enorme, del tamaño de un continente, que flota sobre el mar.
¿Cómo llegamos a tener tanto plástico entre nosotros? El boom de este material fue tan sólo a mediados del siglo XX, cuando lo desechable vino a hacernos creer que la vida sería más fácil y práctica, aunque termináramos ahogando a nuestros hijos y nietos en toneladas de desperdicios imposibles de desintegrar.
El plástico está presente en cada uno de los momentos de nuestra vida, en la comida, en la ropa, en los autos y hasta en el dinero, es un elemento que parece fundamental para la modernidad, pero cuyas consecuencias estamos viendo ahora, cuando los peces del mar aparecen con restos de eso en sus entrañas.
Un silencioso, pero fuerte movimiento mundial está tratando de eliminar el consumo de este material, bajo la consigna de que hay otros más amigables, menos contaminantes y que pueden rehusarse en la vida diaria, sin tener que convertirse en basura de manera inmediata.
¿Dónde meter el plástico que consumen siete mil millones de seres humanos en su día a día? Es una pregunta que todavía no puede ser respondida, pues al menos en el mundo occidental, el capitalismo es muy fuerte y se diseñan sistemas de consumo para comprar y tirar, sin ninguna conciencia de lo que recibe el planeta.
También sabemos que la composición del agua del mar ya está sufriendo cambios, debido a las micro partículas del plástico. Esto debería preocuparnos por el alto consumo de animales marinos y la importancia del océano para el equilibrio ecológico.
Los seres humanos somos una plaga sucia, destructiva e ignorante, acerca de las consecuencias de poner nuestras manos sobre la naturaleza. De manera inconsciente nos dirigimos a un punto sin retorno en el mapa de la sobrevivencia.