¿Cuánto cuesta la corrupción?

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Países como Ecuador, Colombia, Perú, Brasil, Venezuela, Argentina, España, Estados unidos, China, Japón, Reino Unido e incluso Rusia, demostraron que ningún país ni gobierno están exentos de la corrupción.

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La corrupción es un mal que ha dejado grandes pérdidas económicas, serias secuelas en las democracias, e incluso ha disminuido la confianza que se les tiene a las instituciones estatales. Es un problema casi tan antiguo como el ser humano y quizás por eso resulte “normal”, y existe en todos los niveles sociales y laborales.

Uno de los primeros casos documentados de este problema fue el del faraón egipcio Ramsés IX, en 1100 a.C. A partir de entonces, los casos solo han ido aumentando a lo largo de la historia.

Las grandes civilizaciones que sirvieron  de modelo para nuestras democracias actuales, como la griega, estaban plagadas de delitos y conspiraciones para beneficiarse del esfuerzo ajeno. Se cree que la corrupción es menor o casi inexistente en las  naciones en donde las instituciones públicas son más fuertes, pero los hechos han demostrado que no hay Estado que se libre de esta problemática.

Según Luis Espinosa, catedrático de la Universidad San Francisco de Quito, la corrupción se produce por cinco razones: “Unas personas inmorales tienen poder discrecional de decisión sobre el dinero público, en estructuras institucionales ­débiles y opacas y no reciben una sanción ni judicial ni social”.

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De allí que en los mayores escándalos de corrupción, estén involucradas las máximas autoridades de los países. Cada año la corrupción cuesta al menos 2.6 billones de dólares o el 5% del PIB mundial. A esto se suman datos del Banco Mundial, que estiman que las empresas y las personas pagan más de un billón de dólares en sobornos anualmente.

Este dinero, que se quedan los corruptos, implica pérdidas en el desarrollo social de una nación, que significa quitar dinero para escuelas, hospitales, seguridad social e inversión en infraestructura básica. Representando más pobreza, más desigualdad, menos inversión privada y menos transparencia.

La falta de transparencia facilita que este tipo de ilícitos se cometan. Si una nación tiene mecanismos de vigilancia y supervisión de la contratación pública, será más difícil que se realicen contrataciones con sobreprecio.

Los miles de casos de corrupción que se han develado en los últimos años, demuestran que la forma de hacer política está desgastada y que se necesitan cambios reales para que se puedan aplicar normativas que se ajusten a las realidades mundiales. Parte de estas realidades es que algunas poblaciones se animen a protestar en contra de la corrupción y sus gobernantes.

FUENTEEl Comercio

@LAGOTADERRAMADA

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