Drogas, violencia, pobreza, desigualdad, ignorancia, estupidez, masificación cultural, calentamiento global, monopolios, guerras, hambre, sobrepoblación y falta de sentido existencial, ¿será que todo eso nos ha deprimido, en un mundo que parece ya no dar para más?
Más de 300 millones de personas en el mundo padecen depresión, una enfermedad mental que, incluso puede tener consecuencias mortales, cuando no hay atención médica de por medio.
La depresión es la gran epidemia de la posmodernidad, en un mundo donde todas las comodidades que ofrece la tecnología no han podido subsanar el gran vacío emocional que padecen millones, y la desconexión que priva en el género humano. En pocas palabras, estamos tan conectados, que ya no nos escuchamos, no nos entendemos y tampoco pretendemos que nos entiendan.
Como en cualquier novela futurista, el mundo de hoy es un enorme agujero sin respuesta, y eso sin importar que el acceso a la información esté al alcance de un botón y todo parezca estar dicho.
Hace décadas, el mundo pudo parecer un lugar mucho más deprimente, con carencias en la salud y los satisfactores básicos, que hacían padecer a millones. Pero pese a todo eso, las cifras de depresión no eran tan altas como en la actualidad, aunque supuestamente está todo resuelto.
La depresión es causa de discapacidad, ausencia laboral y familiar, pérdidas económicas y un montón de otros males, que no sólo afectan a quien la padece, sino también a los que viven a su alrededor.
Esta enfermedad hoy en día, es un problema de salud pública en los países desarrollados, principalmente en aquellas naciones con un Producto Interno Bruto (PIB) mayor, y cuya población tiene las comodidades más que resueltas. Ahí, este padecimiento es causa de muerte en personas jóvenes y una preocupación por las pérdidas millonarias que implica.
¿Será entonces que nos enfrentamos a un aburrimiento social? Quizá haber resuelto todos los problemas materiales de la humanidad no era la respuesta, y olvidamos que el vacío nunca es externo, sino que lo lleva cada uno en su propio interior.
Las cifras de depresión se suman a los aumentos de suicidio, también en países desarrollados y en personas cada vez más jóvenes, que se sienten solas en un mundo sobrepoblado.
La vida en la posmodernidad, plantea enormes paradojas, especialmente para el mundo occidental, los esquemas con los que en él se vive, y que ya son bastante obsoletos para la humanidad actual.