Ya de por sí las rentas en la Ciudad de México estaban por los cielos, igual que sucede en todas las grandes ciudades del planeta debido a la especulación inmobiliaria y la centralización de los servicios, el dinero y la educación en esas zonas. Ahora, con la aparición de plataformas como Airbnb, los departamentos se están convirtiendo en pisos de lujo, alojamientos a precios de turista, que son cada vez más difíciles de pagar por los simples mortales.
Airbnb se creó en el año 2008 y ahora está presente en todo el mundo, se trata de una especie de red social en la que particulares ofrecen principalmente sus espacios, habitaciones en casas y departamentos, que fueron adaptadas para funcionar como cuartos de hotel, específicamente para turistas.
En muchos países los gobiernos han empezado a poner restricciones, debido en especial a que los arrendadores se están aprovechando del éxito de Airbnb para elevar sus precios; es mucho más lucrativo cobrar por noche y a precio de turista, que por mes y a precio de habitante común y corriente.
Claro que esta situación no surgió de la nada, más bien es resultado de muchos años de mercadotecnia sobre las experiencias de vida. Parece ser que en la prominente posmodernidad la panacea es poder viajar, comprar suficientes momentos inolvidables, tantos como le quepan a tu tarjeta de crédito, en pro de una felicidad nunca encontrada, pero muy buscada.
Es por eso que Airbnb ha resultado tan atractivo para sus creadores y para los usuarios. Incluso vivimos una época en la que el turismo es tan voraz, que ciudades enteras se han manifestado por parar este boom, detener la llegada de visitantes que alteran la paz con su basura, sus fotografías y sus preguntas estúpidas.
Hay ciudades tan turísticas, que sus habitantes ya no quieren a los turistas, literalmente los corren, incluso sin importar que les representen dinero o fama mundial.
El turismo siempre es una actividad que vale la pena, sin embargo, no debería pasar por encima de quienes viven en el lugar en cuestión, y tampoco condicionar los costos habitacionales a niveles inaccesibles para el común de la población.
Airbnb es todo un fenómeno comercial, pero sus implicaciones son mucho más graves. ¿Quién tendrá para pagar rentas habitacionales a precios de turismo?
Claro que este asunto se suma a una enorme carnicería de metros cuadrados. Parece ser que en este siglo, uno de los bienes de consumo más preciados y discutidos es la vivienda, un rubro tan costoso, que los habitantes de países desarrollados llegan a destinar hasta la mitad de sus ingresos para eso.
Finalmente, si tienes una habitación extra, encuentras la manera de ganarte un ingreso rentándosela a alguien, sin importar que no todos tengan dinero para pagar eso y que tu decisión se sume a la de millones que encarecen el mercado inmobiliario.