La neutralidad sexual es una tendencia mundial a eliminar de manera definitiva los géneros en el sistema, la educación y la vida diaria.
A medida que hay más apertura en temas sexuales, diferencias, preferencias y roles, las estructuras están siendo cuestionadas y muchas veces se derrumban porque ya no corresponden al mundo actual.
Países desarrollados de Europa ven el modelo de la neutralidad sexual como una práctica cada vez más común, padres y madres que eligen no dar un género definido a sus hijos para que ellos elijan el que más les cuadre. Hacer eso elimina no solamente la idea del género binario como tal, es decir, hombre y mujer, también acaba con los roles impuestos, los estereotipos que encasillan a unos y otros en tareas, colores, estilos y hasta géneros musicales, solamente porque tocó una biología u otra.
Lo que hoy nos podría parecer confuso, en un mundo que aún es muy binario en pleno siglo XXI, podría representar un futuro mucho más equitativo en términos de género, en una sociedad donde las personas valgan por lo que llevan dentro, y no por lo que dice su genitalidad.
En México, por ejemplo, la neutralidad sexual aún ni siquiera es un tema por hablar, pues aquí aún rigen el machismo, la discriminación e incluso la homofobia, sin que nadie pueda todavía cuestionar la estructura impuesta.
Mientras tanto, hay sociedades donde la ley ya contempla un tercer género como opción para quienes no quieren definirse, sin que eso sea un impedimento para hacer una vida normal, una educación formal o una carrera profesional.