Posmodernos y deprimidos

La depresión es la enfermedad del siglo XXI, un padecimiento que ataca a más de 350 millones de personas en todo el planeta y cuyas consecuencias son, entre otras cosas, más de 100 suicidios semanales, solamente en Estados Unidos.

Aburrimiento, demasiada estimulación mediática, desconexión humana, superficialidad en las relaciones humanas y violencia, ¿cuántas cosas más influyen en que los seres humanos del siglo XXI no puedan terminar de ser felices con todo lo que tienen?

Ni siquiera en los tiempos de la Gran Depresión, en 1929, o luego de la Segunda Guerra Mundial, las personas presentaron grados tan altos de depresión como en la actualidad.

Aunado a la situación de vacío existencial, que priva en la cabeza de la gran mayoría de la población actual, la depresión se está convirtiendo en un negocio millonario porque significa ventas de fármacos que no resuelven, pero acompañan los síntomas.

Vivimos atados a las pastillas, compramos libros de superación personal, acompañamos el día con alcohol, con comida, con televisión y con todo aquello que nos apague la mente. Y al final del camino el vacío sigue ahí, no desaparece nunca porque está dentro de nosotros, como una especie de agujero negro que nos está devorando.

Alguna vez pensamos todos que el futuro sería un paisaje feliz, una especie de película en la que los personajes sonreirían eternamente, acompañados de atardeceres limpios y robots humanizados, agradecidos de vivir en una esclavitud eterna. Sin embargo, el futuro llegó, es el hoy día y no nos parece tan satisfactorio como lo habíamos planeado.

Pese a la tecnología, que satisface casi todas nuestras necesidades, el vacío continúa y se intensifica, somos cada vez menos en un mundo lleno, atascado, sobrepoblado, donde todo ya está escrito y no queda mas que repetir.

Tal vez hemos creado demasiadas expectativas para un mundo tan complejo, cuando al final seguimos siendo los mismos seres humanos simples, mortales y miedosos de siempre.

@LAGOTADERRAMADA

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