De unos 15 años a la fecha, un movimiento en pro de los animales, a nivel mundial, ha luchado por eliminar la tauromaquia por considerar que es una práctica cruel, inhumana y completamente innecesaria.
Por supuesto que a lo anterior se une un especie de moda que recorre todo el planeta y busca, al menos en teoría, más respeto y dignidad para la vida de millones de animales que viven y mueren en condiciones de crueldad, maltrato, abandono y explotación.
En más de diez países hay prohibiciones legales contra la tauromaquia, aún a pesar de que representa ingresos económicos, empleos y una industria en proceso de extinción. Mientras tanto, en algunos otros, incluso la lucha es por salvar la práctica so pretexto de la tradición y la cultura, elementos bastante cuestionables al ver los altos niveles de violencia social que proliferan en casi todas las regiones del planeta.
¿Cómo dejar de ser violentos si se alienta la violencia, incluso contra otros seres vivos, mucho más indefensos y carentes de voz?
No sólo es la vida de los animales la que se juega al debatir la tauromaquia, de fondo también se discute qué tanto nos hemos humanizado o deshumanizado como sociedad, a pesar de los avances tecnológicos y el cúmulo de información que hoy tenemos a la mano, y cómo estamos educando a las generaciones que en un futuro serán las dueñas del mundo.
Quizá es un pequeño, pero interesante paso para la humanidad, el comenzar a cuestionarse su trato hacia otras especies, como una manera de replantear si su paso por la Tierra está dejando la huella correcta.