En pro de la inclusión de las minorías y la diversidad sexual como bandera, ahora un sitio web proclama que ya no llames a las partes de tu cuerpo como solías hacerlo; la vagina ahora se llama “orificio frontal”, porque Healthline dice ese debe ser el nombre que se considere para las personas trans, queer, intersexuales, asexuales y otros.
Estamos justo en la época en que la lucha por la igualdad entre todos los géneros, ha alcanzado al lenguaje y resulta que ahora todos, sin importar sus anatomías, preferencias o caprichos sexuales, se quieren sentir incluidos.
Ojalá el objetivo de la conciencia humana tendiera realmente a alcanzar la igualdad en todos los sentidos, pero la manera en que nos comportamos deja claro que aún estamos muy lejos de llegar a ese estado.
La pelea por el lenguaje inclusivo está expuesta en las redes sociales, ante una y otra propuesta, los usuarios opinan, se pelean y juzgan al resto, buscando tener la verdad en lo que dicen.
Pero lo verdaderamente cierto es que no es posible incluir a todos y cada uno, y el hecho de hacerlo, tampoco significaría que estamos siendo realmente inclusivos, porque eso se observa en las acciones, las leyes y la actitud de las personas.
Mientras tanto ahora los hombres son “onvres”, la vagina es “orificio frontal”, el clítoris es un “pene pequeño” y hay diez mil cosas más, que ya no se llaman como se llamaban ayer.
Hasta la Real Academia Española (RAE) ha entrado en conflicto por sus disposiciones, supuestamente machistas y a favor del patriarcado.
Todo es una cuestión de proceso y evolución, pero hay que entender que no se puede cumplir el capricho de todo el mundo y una de las riquezas del lenguaje, empezando por el español, es que es amplio y diverso; ¿no podría cada quien usar las palabras que le acomode según sus creencias, religión, preferencia, peinado y órganos sexuales asignados por la gracia divina?