
Es duro ver lo que estamos pasando en pandemia, lo difícil fue tener que encerrarnos de un día para otro, incluso tener que cambiar de hábitos y todo ha sido sumamente complicado. Pero, ¿has considerado cómo la están pasando otros?, ¿sabes si algún vecino se ha enfermado? O peor aún ¿si tienen para comer? Te aseguro que no.
Y es que no te juzgo, la indiferencia social cada día crece más, muy pocas personas dedican tiempo en brindar apoyo. El confinamiento además de nuevos hábitos nos dejó momentos de silencio, donde parecía que nuestra mente se activaba más y surgían ideas, preguntas, dudas, miedos, etc. Uno de ellos fue la incertidumbre ante una enfermedad desconocida.

Reestructurar nuestra indiferencia ante el sufrimiento y el dolor ajeno nos permitirá ir a la raíz de nuestros principales problemas.
¿Será que nuestra mente necesita una reestructura? De ser así ¿cómo sería? Cabe resaltar que esto pareciera en parte cultural, y es que no me dejarán mentir que cuando recibimos una visita somos los más cálidos, incluso cuando es extranjero morimos por mostrar la riqueza del país. Pero ¿siempre somos así?, ¿qué pasa con nuestros inmigrantes y las personas indigentes?

Y es que pareciera novela, porque con tantas riquezas dentro de nuestro país podríamos decir que todo es hermoso, pero la pobreza existe, el desempleo y la delincuencia también, y nadie se preocupa por atacar esas problemáticas. Vivimos tan acostumbrados a promesas huecas de políticos que nos conformamos con lo poco que nos dan.
La indiferencia es un mal social de la actualidad, no sólo en México, sino en general en todo el planeta, quizá porque la situación y la tecnología nos han alejado de los otros seres humanos sin remedio alguno.
@lagotaderramada