Para unos es un placer al que se han visto obligados a renunciar debido a la distancia social y la falta de contacto físico impuestos por la pandemia. Para otros puede llegar a ser una especie de obligación o incluso un suplicio.
Los primeros pertenecen a ese grupo efusivo que expresa habitualmente sus emociones mediante este acto que, según explica Pilar Conde, psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen, les permite conectar mejor a nivel afectivo porque no tienen prejuicios a la hora de exteriorizar el afecto.
Los segundos, esos para los que el acto de besar es desagradable, pueden llegar a la máxima expresión del rechazo al acto de besar y ser besados si padecen filemafobia o temor irracional a besar.
Este miedo a besar puede tener distintos grados desde un rechazo moderado a un pánico incontrolable y lo cierto es que puede poner en situaciones complicadas a quien lo padece, según explica Conde, quien puntualiza que la filemafobia puede esconder hechos puntuales que hayan sucedido en la vida de esa persona.

De hecho, tal como aconseja la psicóloga de Clínicas Origen quienes padezcan filemafobia deberían consultar a un experto en salud mental para conocer, en primer lugar, qué puede haber detrás de este problema. «La terapia psicológica ayudará a detectar las creencias que les está produciendo el hecho de evitar el beso y el malestar, además de ayudarles a entender cómo funciona la ansiedad.
@lagotaderramada