Aunque el temor a la oscuridad pueda parecer algo sumamente sencillo y que solamente afecta a los niños, las raíces de este temor se remontan a nuestros antepasados, así como hay pequeños que lo padecen, también los adultos son susceptibles a sufrir sus consecuencias.

Así es, el miedo a la oscuridad tiene sus orígenes en nuestros antepasados prehistóricos, aunque sea algo un tanto difícil de creer. Respecto a esto, el miedo a la oscuridad, así como, el miedo a las alturas, a las criaturas o sitios desconocidos, son cosas que a nuestros antepasados prehistóricos pudieron parecer peligrosas, he ahí la raíz del miedo.
Es por así decirlo, parte de la selección natural tenerle miedo a la oscuridad. Por medio de la evolución, los seres humanos desarrollamos este tipo de miedos para poder sobrevivir. Es una especie de cautela evolutiva, si lo vemos de esta forma.

Entonces, el miedo a la oscuridad se relaciona con el miedo a lo desconocido, al ir “más allá” de lo que sabemos, es como… salir de nuestra zona de confort segura.
Aunque, se sabe que los niños son quienes más lo sufren en mayor medida (y lo superan con el tiempo), como sugiere el psicólogo John Mayer, cerca del 11% de los adultos también sufren del miedo a la oscuridad.
El miedo también puede deberse a un trauma de la niñez que no se ha resuelto. También puede estar asociado con un episodio traumático en la propia vida adulta, por ejemplo, un atraco, intento de secuestro, etc.

Por ello es que siempre se recomienda acudir con especialistas para que brinden la atención necesaria en cada caso. Las terapias variarán en atención a los casos específicos, por eso es que no se puede dar nada por sentado, es mejor pedir ayuda y apegarse al tratamiento.
Fuentes:
De Salud Psicólogos, “Nictofobia o fobia a la oscuridad”, [Fecha de consulta: 08/11/2022]. En:
Huffpost, “Por qué tenemos miedo a la oscuridad, según los expertos”, [Fecha de consulta: 08/11/2022]. En: