Las redes sociales han hecho que queramos saber de los demás, cómo viven, qué hacen y todos los detalles sobre sus vidas, algo que no es productivo, pero sí muy adictivo.
Antes de la pandemia el consumo diario en redes sociales era intensó, después de la pandemia este consumo se potenció en números alarmantes. Pero todo esto tiene una justificación. Con la nueva hiperconectividad y el estrés diario que tenemos, nuestro mundo social se redujo bastante, sumado a esto, las medidas sanitarias limitaron aún más la interacción con nuestros cercanos.

Nuestras propias historias están formadas por los intercambios que tenemos con las vidas e historias de otras personas, dice Anne Chappell, profesora titular de la Universidad Brunel de Londres. Pero con las nuevas herramientas tecnológicas ahora no sólo podemos configurar nuestra lectura del mundo interactuando con seres cercanos, sino podemos configurar un mundo con gente muy distante a nosotros.
La oportunidad que nos brinda internet y las diferentes redes sociales nos permiten crear una visión parcialmente completo de todo el mundo. No solo los limitamos a recrear un mundo a través de habladas o noticias muy desfasadas, como lo podían hacer a mediados del siglo pasado. Ahora es posible poder percibir la mirada de otra parte del mundo desde alguien que comparte nuestro mismo origen.
Con todo esto nace en nosotros una ambición de información para poder descubrir quienes somos ante todo el mundo, no solo ante lo que nos rodea. Pero quizá esta ambición se acrecentó durante la cuarentena porque nuestra vida social se vio reducida a niveles mínimos.
Las redes sociales se han convertido en el placebo ideal para escapar de las cuatro paredes a las que fuimos enclaustrados por cuestiones sanitarias. Podemos ver cómo viven los demás de manera virtual y así poder desarrollar nuevos códigos de convivencia gracias a las plataformas digitales.

Con esto en mente, se ha podido proponer que las redes sociales han establecido nuevas normas de convivencia, de valor y etiqueta para todos. Opina Laura Tarbox, experta en estrategia cultural, «hemos estado monitoreando las redes sociales,… para comprender las nuevas ‘reglas’ de aceptabilidad durante la pandemia. En resumen, para absorber un nuevo código social que se está creando en tiempo real».
Ahora podemos hacer valoraciones a través de plataformas digitales, tanto de otros como de nosotros mismos. Al ser creaturas sociales, dependemos de la interacción y aprobación de terceros, por eso la adaptabilidad a las nuevas normas establecidas por las redes es de suma importancia en nuestra vida diaria.
Algo positivo que ha surgido durante la cuarentena es el que descubrimos que no somos los únicos que tenemos miedos, ambiciones y mucho menos un desconocimiento del mundo. A través de las redes sociales y las nuevas normas de convivencia, nos damos cuenta que la pandemia ha afectado a todos, vemos como otras personas también tienen su dificultades para poder sobrellevar el día a día, y aunque la sobre exposición de noticias angustiosas pueden aumentar nuestro estrés, estamos encontrando una nueva forma de enfrentar nuestra ansiedad y las limitaciones que nos propone el mundo. Todo con la interacción de otras personas a través de dispositivos móviles.
Fuentes:
https://www.bbc.com/mundo/vert-cap-56552125
@LaGotaDerramada