Al hablar de fobias, se nos pueden venir a la cabeza muchas, los insectos, la oscuridad, los exteriores, e incluso las fiestas, como la Navidad o el Año nuevo. A éstas podemos agregar las fobias relacionadas con la alimentación, ya que sí es posible temerle al hecho de comer o de ingerir cierta clase de alimentos.
Por eso, lectores curiosos, en este artículo hablaremos sobre este tipo de fobias y lo que conlleva padecerlas.
Existen diversas fobias asociadas con la alimentación y algunas son más usuales en los niños, sin embargo, esto no es privativo de ellos. Por ejemplo, dos fobias comunes en los pequeños son la neofobia y la fagofobia.
La neofobia es la fobia a probar nuevos alimentos, por ejemplo, se suele asociar a ésta con la renuencia a ingerir alimentos como vegetales, pescado o frutas.
Por otro lado, la fagofobia es el temor a ahogarse mientras tragan los alimentos, y no importa si se trata de alimentos sólidos o no, incluso con los líquidos puede presentarse la fobia.
Ambas fobias pueden tener un origen traumático, puede ser que, por un lado, con la neofobia el niño haya experimentado la ingesta de un alimento desagradable, o que haya hecho mal a su digestión, y que eso lo haya marcado, y ahora tema a consumir alimentos nuevos para él.
En el caso de la fagofobia, es más probable que el niño haya experimentado una situación de asfixia o ahogamiento, aunque también podría ser que haya presenciado a alguien que se asfixiaba, y a raíz de esto el miedo patológico a tragar la comida haya nacido.

Aunque se pueda pensar lo contrario, la fagofobia es en sí más transitoria que la neofobia, es decir, la primera podría superarse en menos tiempo que la fobia a consumir alimentos nuevos.
Otras fobias asociadas a los alimentos son la cibofobia, o sea, el temor a comer, y a los alimentos en general. Así también existe la micofobia, es decir, el miedo a consumir hongos o setas, esto por el posible riesgo de envenenamiento. Y aunque no lo puedan creer, existe una fobia conocida como lacanofobia, el miedo a los vegetales.
No importa cuál sea la fobia, los consejos de los expertos son siempre, por principio, no presionar a los menores para que prueben o coman, además no se debe culparlos por experimentar ese miedo hacia la comida.
En segundo lugar, se debe motivar a que prueben los alimentos, pero mediante experiencias agradables y divertidas, esto siempre ayudará. Los padres deben implicarse sí o sí en la educación alimenticia de los hijos, es decir, deben predicar con el ejemplo. Así pueden ir poco a poco, sin necesidad de tener que recorrer el camino por sí solos.
Si es que se tiene fobia a ciertos alimentos, otro consejo que podría ayudar es preparar los alimentos haciendo una mezcla con otros, de manera que resulte al menor más cómoda la ingesta del platillo. Además, podría suavizarse la transición entre alimentos de forma que se juegue con las texturas.

Si les cuesta comer sólidos, bueno se podría probar primero con una especie de crema, algo más suave, por así decirlo, no llegando a la papilla, pero algo por el estilo.
Si se siguen estos consejos, estamos seguros de que, poco a poco, las fobias se irán, aunque no sean transitorias del todo. Y aunque la fobia no la experimente un pequeño en sí, se pueden seguir los consejos para apoyar a alguien que la padezca, nunca está de más ayudar. Y sobre todo, no olvidemos que, si la situación lo amerita, siempre es bueno acudir con los especialistas, nutriólogos, psicólogos, o los expertos a quienes creamos más capacitados para tratar cada caso en específico.
Fuentes:
ABC Familia sana, “Neofobia y fagofobia, ¿qué son y cómo evitarlas?”, [Fecha de consulta: 28/01/2022]. En:
Salud. Canales Mapfre, “Tipos de fobias alimentarias”, [Fecha de consulta: 28/01/2022]. En: