A lo largo de los años hemos ido evolucionando como país, sin embargo, han quedado entre nosotros algunos pensamientos rezagados y negaciones a las nuevas panoramas e ideas, que si nos ponemos a pensar vienen desde años atrás.
Te preguntarás de quiénes hablamos y sí, es sobre la comunidad LGBTTTIQ+, en especial de la comunidad Trans.
Para comenzar, vamos a nutrirnos un poco acerca de este término. ¿Qué es la comunidad Trans? Es un término para las personas cuya identidad de género, expresión o conducta se diferencia del sexo que les tocó al nacer y sí, estamos hablando de diversidad sexual para sacudir los prejuicios.
La transfobia hace referencia al conjunto de ideas y fenómenos que abarcan una serie de actitudes, sentimientos y/o acciones negativas hacia las personas transgénero o a la transexualidad en general por el simple hecho de vivir su libertad sexual.
La transfobia abarca el miedo, odio, desconfianza, incomodidad o no aceptación hacia esta comunidad. ¿Te suena? Seguro que sí, porque es un problema que abunda en México, siendo el segundo país de América con más crímenes contra personas Trans, según el Observatorio de Personas Trans Asesinadas.
Aidán Tovar, Dadito para los cuates, es un chico Trans que siempre se identificó como género masculino, pero fue hasta sus 16 años que comenzó a buscar acerca del tema y a los 21 encontró nombre para lo que sentía y sucedía con él.
“A decir verdad siempre he vivido ese tipo de discriminaciones, en la escuela me marginaban porque mi comportamiento no era “normal”, incluso mis maestras y maestros me decían todo el tiempo que debía comportarme, jugar con muñecas, ser más sensible y dejar de jugar juegos de niños.
En la preparatoria comencé a ser cuestionado por mi forma de vestir y me decían todo el tiempo que parecía hombre a lo que yo respondía, lo soy, pero jamás aceptaron mi identidad, incluso llegué a ser reprobado por esa situación.
En la universidad pedía que se dirigieran a mi por mi apellido, ya que aún no he cambiado mis documentos, pero una maestra me dijo que me llamaría por mi nombre legal porque así estaba en mis documentos.

En la calle, en el transporte público todo el tiempo me miran con rareza, me hacen comentarios despectivos y se alejan de mi, como si me tuvieran miedo.
Incluso en la iglesia he recibido este tipo de discriminación, los ministros me comentaban que mi vida era vergonzosa y a Dios no le agradaba, que me iría al infierno sin importar lo que hiciera porque era un error.
Todo esto me ha afectado emocionalmente, me considero mentalmente fuerte, con dignidad firme y amor propio pero recibir tanto odio es muy agotador.
Hace dos años tuve una depresión severa y ataques de ansiedad, llegué al límite de mi resistencia y mi salud mental se vio afectada, tenía ideas suicidas y llegué a pensar que no valía mucho la pena defender mi identidad.
Sin embargo, no quise rendirme, se que vale la pena por mi, por lo que soy y porque merezco ser feliz.
La gente no me conoce y aún así me agreden, con su mirada, palabras e incluso físicamente. Así es como la transfobia ha afectado mi vida.
Me he dado a la tarea de explicar mi diversidad a quien desea conocerla porque así más gente sabrá que no somos malas personas, que el hecho de ser “diferente” no nos hace malos, solo somos parte de una gama de colores que existe en el mundo.
Lo que me gustaría que la gente, es que nadie elige ser lesbiana, gay, trans, etc..
Solo nacemos así desde el momento en que somos concebidos, pero debemos pasar por una serie de eventos a lo largo de nuestra vida para poder aceptarlo y para poder aceptarnos.
Los miedos de nuestros padres, familia, sociedad etc.. nos obliga a vivir algo que no somos y a esconder nuestra esencia, hasta el día en que decidimos ya no fingir más. Creo que si nos aceptaran tal cual somos, no habría gente tan herida.
Somos personas todos, todas, todes y solo debemos de tratar y ser tratados como tal”.
@lagotaderramada